Veo a mucha gente a mi alrededor completamente decepcionada y desmotivada, como si cualquier otra época hubiera sido mejor. Unos defienden que las grandes ideologías son cosa del pasado y que ahora todo es más de lo mismo. Otros dan por hecho que los políticos de hoy en día sólo piensan en sí mismos, y no les culpo por pensarlo. En estas últimas décadas han sido demasiados los escándalos por corrupción y otros delitos que han atropellado y ensuciado el concepto de política. La herramienta de la cual disponemos los ciudadanos para regular nuestra vida en sociedad es ahora repudiada por una mayoría que acaba optando por el pasotismo y la indiferencia.
Luego están los que saben que a veces una buena idea vale más que la mejor de las ideologías y que la política es el medio idóneo para desarrollarla. Suelen ser los que transforman su descontento con la situación actual en ganas de seguir luchando por el cambio. Algunos deciden participar de forma activa militando en un partido o incluso creando el suyo propio. Otros interactúan publicando entradas en sus blogs o simplemente ejerciendo su derecho al voto en unas elecciones de forma meticulosa, valorando con cuidado el amplio abanico de posibilidades. No olvidemos que son los distintos puntos de vista, las diferencias entre los partidos políticos y la defensa de las ideas los elementos que constantemente revitalizan el sentido de la democracia.
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